Los documentos de los clientes son con diferencia el mayor lastre que acarrean las asesorías. Es caro imprimirlos, es caro archivarlos y no es que sea caro, es carísimo manipularlos; y ya si se traspapelan podemos estar ante un auténtico desastre.
La cuestión es que hay una parte importante de la documentación que los clientes ya no mandan en papel. La mandan en PDF utilizando el e-mail o Dropbox, o la suben a nuestro servidor web por FTP o al portal asesor que tenemos contratado.
Pero se da la paradoja de que a pesar de haber conseguido eliminar el papel en una parte sustancial de los documentos que se reciben, la práctica más habitual en las asesorías es imprimir todos los PDF que llegan.
Si, parece increíble, pero así es. Nos están poniendo en bandeja la oportunidad de librarnos del papel y de todos sus costes, problemas, limitaciones e ineficiencias, pero volvemos a él inexorablemente. Es como una adicción; somos celulosadictos… o por lo menos lo parecemos.
Digo parecemos porque, salvo casos excepcionales, no hay una patología detrás de esta costumbre de imprimir todo lo que nos llega. La verdad es que se imprime porque, aunque tener los documentos en PDF puede parecer la panacea, hay una serie de problemas que no se han resulto hasta ahora y que llevan nuestro dedo al botón verde de START.